Apellido Castilla (Ramas de Colombia)
"
Familiar de la Inquisición"
(Santiago López de la Castilla)

 

Ante todo hemos de agradecer la información que sigue a las aportaciones realizadas al foro de la RedIris sobre todo por África Bayón pero también por Dámaso M. Ruiz de Clavijo Fernández, José Mª San Martín Pérez,  Fran Castellblanch y Jose E. Sanchez . ¡Muchas Gracias!


                       

 

 

Según los datos que me fueron enviados enviados por Consuelo Gómez Alvira, genealogista y por Andrea Castilla Guerrero, una de las líneas de Colombia quizá la principal,  pero sobre todo la que tiene más datos documentados y publicados, remonta sus orígenes a Santiago López de la Castilla, allá por 1700.

 Se dice: “Nació en Encinasola (Huelva, España). De conformidad con su estirpe fue familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla. Después en el Nuevo Reino de Granada (hoy Colombia), fue contador oficial real en Santa Marta. Casó primero con doña Josefa de Espejo y García de Haro, natural de Sevilla que debió morir antes de 1765. Don Santiago casó después con doña Josefa Salas y Mesa, de Santa Marta".

Nos habíamos preguntado siempre que significaba exactamente los términos de "familiar del Santo Oficio". Recientemente, en el foro de genealogía de la RedIris de Internet, se ha comentado precisamente el caso de una persona que estaba buscando datos de un antepasado que había sido “familiar del Santo Oficio”. Os adjunto un extracto de toda esta información esperando aclarar lo que quería decir “familiar del Santo Oficio de la Inquisición”. Parte de esta información es extraída del libro "Crónica de la Inquisición en España" de Joseph Pérez. (Por si hiciera falta aclararlo, el Santo Oficio es una denominación de la Inquisición.)


De manera suscinta diremos que Familiar del Santo Oficio era aquél que ostentaba una familiatura del Santo Oficio de la Inquisición. Existe numerosísima bibliografía sobre la Inquisición, aunque en este caso concreto nos recomiendan: "Los familiares de la Inquisición Española", de Gonzalo Cerrillo Cruz. Valladolid, 2000. ISBN 84-7846-933-8.

La amplitud de los distritos inquisitoriales y la escasez de su dotación (unas diez personas por tribunal) obligaron al Santo Oficio a buscar apoyos externos, para lo cual se arbitraron las figuras de los familiares y los comisarios. La figura del familiar, existente ya en la Inquisición medieval, era un laico al servicio del tribunal, a cambio del cual se le permitía llevar armas para proteger a los inquisidores y se le otorgaban determinados privilegios (como la exención de algunos impuestos). Por ello y porque ser familiar suponía el reconocimiento de la limpieza de sangre, era un cargo codiciado (al menos hasta mediados del siglo XVII) y quienes lo conseguían, sobre todo en los pueblos, con frecuencia mandaban esculpir en la fachada de sus casas la cruz flordelisada de los dominicos (heredada de la Edad Media como emblema inquisitorial) a modo de timbre de nobleza, como si se tratase de la cruz de una de las Órdenes Militares.

Los familiares en realidad correspondían a una categoría de personal sin sueldo que ocupaban un puesto destacado en la administración del Santo Oficio. En la Inquisición medieval, el inquisidor tenía derecho a rodearse de hombres armados, fuese para su protección personal o para ejecutar sus órdenes; se les consideraba como miembros de su familia, por lo cual recibieron el nombre de familiares. La Inquisición española recogió la figura del familiar ya desde el principio; el inquisidor general Torquemada estaba rodeado de doscientos cincuenta familiares armados y cincuenta soldados de caballería. El asesinato de Arbués, en Zaragoza, prueba que los inquisidores corrían efectivamente peligros en el desempeño de su cargo y se explica así la función confiada a los familiares. Con el tiempo, sin embargo, parece que el cometido de los familiares cambió bastante. Se les utilizó preferentemente para controlar a la población rural en proporción de doscientos vecinos por cada familiar.

 

Su misión principal era denunciar a presuntos herejes, la persecución o detención de herejes. "Eran los ojos, las manos y oídos de la Inquisición" (Gutiérrez Nieto). Intermediarios entre el tribunal y el reo, su labor era de pesquisa: detectar la herejía, no juzgarla; más que delatar, provocar la delación. "Servían también los familiares de auxiliares benévolos del Santo Oficio en determinadas ocasiones. En una carta de 25 de octubre de 1566 el tribunal de Sevilla, por ejemplo, explica a la Suprema cómo se hacían los registros de librerías; en un momento dado y por sorpresa, los familiares ocupaban todas las librerías de la ciudad, inmovilizando las existencias hasta que llegaran los inquisidores" (Antonio Domínguez Ortíz), La Inquisición en Andalucía, en Antonio Luis Cortés Peña y Miguel Luis López Guadalupe, eds, Estudios sobre Iglesia y sociedad en Andalucía en la Edad Moderna, Universidad de Granada, 1999, p.20.). Los familiares formaban pues un cuerpo adicional de policía a disposición del Santo Oficio. Por medio de los familiares -llegó a escribir el historiador Mariana-, la Inquisición nos quitó "la libertad de oír y hablar entre nosotros, por tener las ciudades, pueblos y aldeas, personas a propósito para dar aviso de lo que pasaba".

Eran los inquisidores de distrito los que nombraban a los familiares. Al principio, aquellos oficiales solían proceder del pueblo llano de

Artesanos y pequeños mercaderes. Pronto, sin embargo, empezaron los caballeros a codiciar un cargo que cada día se alejaba más de sus fines primitivos -milicia al servicio del Santo Oficio- para convertirse en una fuente de prestigio y de privilegios de toda clase. Conviene a este respecto distinguir entre la corona de Aragón y la corona de Castilla. En la primera, se tiene la impresión de que los familiares pertenecen a medios sociales más bien mediocres. En Valencia, por ejemplo, a mediados del siglo XVI y principios del XVII, casi la mitad de los familiares (44 por ciento) eran labradores, casi una tercera parte (31 por ciento), mercaderes; los caballeros eran muy minoritarios (6,5 por ciento); incluso había moriscos entre los familiares. Esta situación motiva una observación fechada en 1598:
 

"Los familiares que menos acuden al servicio del Santo Oficio son los caballeros y los que más y con más puntualidad son los mercaderes y  oficiales, porque éstos se precian más de ser familiares" Ricardo García Cárcel, Herejía y Sociedad. En Castilla, en cambio los familiares pertenecían por lo general a las capas distinguidas de la sociedad. A mediados del siglo XVI, vemos a regidores u oficiales del rey hacerse con una familiatura y exhibir el documento correspondiente como si se tratara de un título de nobleza superior a otros: el título de familiar expedido a don Miguel de Salamanca, regidor de Burgos, por la Inquisición de Valladolid el 25 de agosto de 1545, manuscrito sobre vitela, está encuadernado junto con el árbol genealógico de la familia Salamanca y se conserva en la Universidad norteamericana de Notre-Dame.

Con los años, la familiatura siguió siendo un título muy apetecido, incluso por las más altas casas de Castilla. En el auto de fe celebrado en Madrid el 4 de julio de 1632, el estandarte de la Inquisición fue llevado por el almirante de Castilla, asistido por el condestable de Castilla y el duque de Medina de las Torres, todos familiares. En Jaén, a mediados del siglo XVII, todos los familiares eran veinticuatros e hidalgos; uno de ellos era caballero de Santiago. En el célebre auto celebrado en la plaza mayor de Madrid, en presencia de los reyes, el 30 de junio de 1680, se hizo familiares a varios señores encopetados, entre ellos Grandes de España, títulos y personas ilustres.

Los cargos de familiares llegaron a venderse como medio de socorrer las debilitadas finanzas de la monarquía; sabemos que en 1642 se ofrecieron en bloque nada menos que trescientos. Normas dictadas entre 1631 y 1643 muestran que, aun cuando las subastas públicas estaban formalmente prohibidas, se hacían posturas en privado y se vendían al mejor postor. El hecho subraya de manera elocuente el éxito que conoció la familiatura en la España de los Austrias. El número de familiares creció rápidamente de tal forma que suscitó el recelo de otras instituciones y de las Cortes y obligó al poder real a fijar normas al respecto. La inquietud se debía a los privilegios que disfrutaban los titulares de una familiatura y que iban mucho más allá de lo que se había previsto en principio.

 Las reacciones fueron bastante distintas en la corona de Aragón y en la de Castilla. En la primera, fueron las Cortes de Monzón (1512) las que sometieron a discusión el número y condición de los familiares, pero no parece que los acuerdos se cumplieran. En el transcurso del siglo se negociaron varias concordias, siendo una de las más importantes la que se firmó en 1568, pero siempre quedaron dudas y trabas por parte de la Inquisición. El 11 de mayo de 1554, el Consejo de la Inquisición y el Consejo de Aragón habían tratado el comportamiento de los familiares del reino de Valencia. Un documento en este sentido acabó por ser firmado, mucho más tarde, en 1599: no deberían pasar de ciento ochenta los familiares de la ciudad de Valencia; éstos serían ocho en los pueblos que contaban más de mil vecinos, seis en los pueblos de quinientos a seiscientos vecinos, cuatro como máximo en los pueblos de doscientos a quinientos vecinos y uno a dos en los demás. La corona aceptó las condiciones, pero la definitiva aprobación -alegó el Santo Oficio- debería venir de Roma, y este asunto fue cuidadosamente olvidado. Lo firmado, pues, en 1599, fue más teórico que real (Jaime Contreras, en Ángel Alcalá y otros, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, p. 140). Se tiene la impresión de que, en el reino de Valencia, el control policial por parte de los familiares debió de ser muy elevado, con un familiar por cada cuarenta y dos vecinos, proporción muy superior a la que encontramos en otros territorios. Hay que notar que había pocos familiares en los lugares de moriscos.

 

 En las Cortes de Monzón de 1512 se había pedido que el número de familiares quedase reducido en Cataluña a treinta y cuatro. Ahora bien, se sabe que, en 1567, había en Cataluña setecientos ochenta y cinco familiares, distribuidos preferentemente en las zonas urbanas; era un control más urbano que rural con un ministro del Santo Oficio para cada cuarenta y tres vecinos; aquellos familiares eran, sobre todo, menestrales, jornaleros de oficios mecánicos o bien, en los puertos como el de Barcelona, mercaderes, comerciantes, médicos, pero muy pocos "ciutadans honrats" (Jaime Contreras, en Angle Alcalá y otros, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, p. 134).

 Aquel año de 1567, Francisco de Soto Salazar realizó una visita en los  tribunales inquisitoriales de Cataluña y, en aquella ocasión, Antonio de Villamayor, secretario del virrey, le entregó, en nombre de la audiencia real, un memorial para protestar contra el número exagerado de familiares cuyos privilegios eran contrarios a los fueros; "está estatuido – escribía el secretario- que en Cataluña no se puedan crear nuevos oficiales para exercer jurisdicción alguna!; "todos los oficiales de Cataluña han de ser catalanes, exceptuada la persona del lugarteniente de Su Majestad [...] y se ve que los inquisidores nunca son catalanes (José Martínez Millán y Carlos J. de Carlos Morales, directores, Felipe II - Junta de Castilla y León, 1998, p. 124-125).

Por aquellas fechas había setenta y nueve familiares en Barcelona, dieciocho en Perpiñán, veinticuatro en Gerona, diecinueve en Tarragona, doce en Vich, ocho en Valls, nueve en Reus... 

La protesta parece que tuvo cierto éxito, por lo menos en las ciudades. A finales del siglo, los familiares habían quedado en diecinueve en Barcelona, nueve en Gerona, cuatro en Tarragona...; en cambio, en las zonas rurales había crecido bastante el número (Jaime Contreras, en Angel Alcalá y otros, "Inquisición española y mentalidad inquisitorial", p. 142-143).

En la corona de Castilla fue el futuro Felipe II quien, el 10 de marzo de 1553, como regente que era en ausencia de su padre, firmó la cédula en que se pactaba el número de familiares de que podría disponer el Santo Oficio: <<Entendiendo que convenía al servicio de Nuestro Señor y de Su Majestad y mío darse en ello alguna buena orden para que cesasen todas diferencias y supiesen los inquisidores y las justicias seglares en los casos y delitos en que cada uno podía conocer y que no estorbasen ni impidiesen los unos a los otros, mandé juntar sobre ello a algunas personas del Consejo Real y uno de la Santa y General Inquisición [...], fue acordado que se debía proveer y ordenar las cosas y capítulos siguientes:

- Primeramente, que en las inquisiciones de Sevilla, Toledo y Granada haya en cada ciudad de ellas cincuenta familiares y no más y en la villa de Valladolid cuarenta familiares y en las ciudades de Cuenca y Córdoba otros cuarenta familiares en cada uno de ellas; en la ciudad de Murcia treinta familiares y en la villa de Llerena y en la ciudad de Calahorra veinte y cinco familiares en cada una de ellas y en los otros lugares del distrito de las dichas inquisiciones en que haya tres mil vecinos se nombren hasta diez familiares en cada lugar y en los pueblos de hasta mil vecinos seis familiares y en los de hasta quinientos vecinos cuatro familiares y no más y si fuere puerto de mar el lugar de quinientos vecinos abajo u otro lugar de frontera haya cuatro familiares. 

- Ítem, que los que hubieren de ser proveídos por tales familiares sean hombres llanos y pacíficos, cuales convienen para ministros de oficio tan santo, y para no dar en los pueblos disturbios y, para que de este número no se exceda y sean las personas de los familiares cuales es dicho, el inquisidor general y el consejo de la general inquisición tengan el cuidado que convenga y despachen sobre ello las provisiones necesarias;  

- Ítem, que en cada distrito de la inquisición se den a los regimientos copia del número de los familiares que allí ha de haber y que los corregidores entiendan y puedan reclamar cuando los inquisidores excedieren del número y que asimismo se dé la lista de los familiares que en cualquier corregimiento se proveyeron para que los corregidores sepan cómo aquéllos son los que han de tener por familiares>>.

¿Se cumplió exactamente lo contenido en aquella concordia de 1553? Parece poco probable ya que, por aquellas fechas, la Inquisición se había convertido en una institución capaz de poner en entredicho y desafiar a las autoridades civiles de la monarquía. Es difícil evaluar el número total de familiares que pudo haber en España. Don Antonio Domínguez Ortiz cree que podrían ser unos veinte mil. Otros autores sitúan aquel número en una banda comprendida entre diez y doce mil para el período 1570-1629, aunque quizá aumentase en algunos millares en la década de 1630, que sería la de mayor auge (Roberto López Vela "Historia de la Inquisición en España y América, tomo II, pag.817)>>

 

Vistos estos textos sobre la Inquisición y los Familiares del Santo Oficio os comento que personas que han encontrado entre sus antepasados a un familiar del Santo Oficio han recurrido a ciertos archivos para intentar localizarle y descubrir su filiación. Os adjunto mensajes interesantes:

 

"Mi en mi caso particular, las siguientes obras han sido de gran ayuda pues he podido identificar algunos antepasados. El problema es el Archivo Histórico Nacional (Madrid), estos no contestan mis cartas.

1. Catalogo de Informaciones Genealógicas de la Inquisición de Córdoba. Conservadas en el Archivo Histórico Nacional. Tomos I y II. José Antonio Martínez Bara. Madrid 1970

2. Catalogo de las Informaciones Genealógicas de los pretendientes a cargos del Santo Oficio. Consejo de la Suprema Inquisición. Archivo Histórico Nacional. Valladolid, 1928"

El Archivo de la Inquisición del Tribunal que estaba en Logroño, durante la Guerra de la Independencia se destruyó gran parte del mismo.

Parte del Archivo que se salvó mas la correspondencia con la Suprema y copias de expedientes de ingreso, procesos, etc., están en la Sección de Inquisición del Archivo Histórico Nacional. Hay un buen número de publicaciones sobre Inquisición, incluido sobre el Tribunal en Logroño, que se pueden consultar en el ISBN del Ministerio de Cultura, etc., (también la Biblioteca Nacional hay copias manuscritas, algunas sin autorizar, y también procesos impresos) así como en la Biblioteca Pública de la Rioja, pero en el Archivo Histórico de la Rioja quizás haya algún documento (habría que preguntarlo) y pudiera ser que también en el Archivo Diocesano (está ubicado en la Avenida de la Paz, s/n, en el edificio del antiguo Seminario).

Existe otro importante archivo de Inquisición en Cuenca.

De paso os sugiero para más información que visitéis http://usuarios.lycos.es/valdelacasa/INQUISICION.htm (Con documentos manuscritos) 

 

      

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