Don Pedro de Castilla y Fonseca y doña  Juana de Portugal
 

Es la historia de Pedro de Castilla y Fonseca, fundador de la dinastía (hijo de Pedro de Castilla y Salazar y de Beatriz Fonseca) y de su pareja, Doña Juana de Portugal.

Bonita y triste historia

"Sus padres fueron presos en el castillo de Alaejos en tiempos del Rey Don Enrique IV. Se hallaba también en el mismo castillo la Reina Doña Juana de Portugal y Doña Beatriz, madre de Don Pedro de Castilla y Fonseca, fue su dama.

Don Pedro, Maestresala de la Reina Doña Juana de Avís, hija de los Reyes de Portugal Don Duarte y Doña Leonor de Aragón, durante la prisión a que la sometió su esposo. Esta desgraciada Princesa, víctima de su marido y de aquella Corte en que le tocó vivir, tuvo un único amor en su vida, Don Pedro de Castilla. La escritora francesa Charlotte Rose de Caumont de la Force dijo de ella:

 "Nadie que lea esta historia será insensible a la desventura de esta Princesa, expuesta a tantas violencias de los que la rodearon. Así fue la Reina Doña Juana de Portugal: siendo buena vivió sin que se le creyera virtuosa, y todos los que vivieron bajo el reinado de Isabel la Grande se esforzaron y regocijaron en inventar acerca de ella mil vergonzosas calumnias". Don Pedro sostuvo relaciones amorosas con ella, teniendo descendencia. (Nobiliario de Canarias. Tomo IV. 143-165).

<<Doña Juana de Portugal pasó su infancia en Toledo, junto a su madre, la Reina de Portugal, desterrada en aquella ciudad, en donde murió, según es el parecer de los historiadores, envenenada. De tez morena, según Marañón, "agobiada por la melancolía que en la niñez producen las tragedias del hogar, en cuya maravillosa hermosura estaba ya escrito el sino contradictorio de su fortuna y de su infelicidad". Sigue Marañón diciendo que "debió de ser realmente espléndida su belleza, porque, aun contando con la lisonja cortesana, es unánime el elogio que hacen de ella cronistas y viajeros...". Palencia, tan huraño para decir la verdad, la llama, rendido -mujer de esplendente hermosura-. Tetzel dice de ella esta simple, pero expresiva frase: "es una linda señora morena". Era escoltada Doña Juana de una corte de jóvenes portuguesas de "deslumbradora belleza", que acompañaron a la Reina cuando vino a casarse a Castilla.

Enrique IV de Castilla, en 1467, la entregó al Arzobispo de Sevilla, quien la llevó al castillo de Alaejos, en donde estuvo presa, y de donde se escapó dos años después. Palencia describe así la aventura: "Estando ya embarazada de siete meses, terminó el motivo que la tenía en rehenes, y el Rey envió a varios nobles a que la sacasen del castillo de Alaejos y la acompañasen a Madrid. Se alteró la Reina, porque en la Corte la hubiera sido imposible disimular su embarazo, y despidió con un pretexto a los enviados de su marido. Y una noche se descolgó por el adarve, siendo recogida abajo por su amante Don Pedro, que, según lo convenido, la aguardaba junto al portillo del muro inferior, a la sazón tapiado con piedras sin trabazón de cal. Apartáronlas prontamente; penetraron por él, y siguiendo el sendero de la cava, en que asentaban los cimientos, salieron al campo, donde hallaron a Pedro de Castilla y a Juan Hurtado, hijo de Rodrigo Díaz de Mendoza, con diez caballos". "Reunidos todos, dirigiéronse por orden de la Reina, a Cuéllar, en busca de Don Beltrán , que allí estaba, y aunque ella le dió una explicación falsa del motivo de su venida, no tardaron él y los suyos en apercibirse de la causa que la impulsaba a arrastrar antes el escándalo de la fuga que el peligro de su permanencia de la fortaleza". Enríquez del Castillo dice que la Reina fue descolgada en un cesto, que se golpeó al caer y que se lastimó en la cara y en la pierna derecha: "pero luego que así cayó fue arrebatada y puesta en las ancas de una mula de Luis Hurtado, y así, a más andar, sin parar, se vino con ella hasta la villa de Buitrago, donde estaba su hija". Allí, en Buitrago, la Reina pariría dos niños gemelos, a quienes se les impuso el nombre de Apóstol, los cuales nacieron el día de San Andrés del citado año de 1469.

Vivió la Reina en Trijueque, con los Mendoza, y luego se trasladó a Madrid, retirándose en el convento de San Francisco en 1475, cuando tenía treinta y seis años de edad, pocos meses después de fallecer el Rey Don Enrique. (Biografía de Doña Juana, por Paz y Melia). Su muerte, según algunos de los citados cronistas, se debió a un envenenamiento ordenado por su hermano el Rey de Portugal.

Doña Juana de Portugal y Don Pedro de Castilla y Fonseca tuvieron dos hijos gemelos llamados por cautela los Apóstoles>>. (Los Castilla-Portugal).

       

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